Según datos que brindó el Ministerio de Economía y Finanzas existen
4,78 millones de peruanos en situación de pobreza extrema, esto
equivale al 16% del total de la población peruana. Asimismo, los
informes de instituciones como el INEI y el Ministerio de la Mujer
y Poblaciones Vulnerables indican que son las mujeres y los niños,
quienes más sufren las consecuencias de esta situación; ya que, son poco
o nada considerados en los planes de desarrollo social de sus
comunidades.
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Mujeres campesinas tienen acceso a servicios financieros. Foto: AGRO RURAL |
Ese es el contexto de la aparición y
continuidad de los programas sociales que apoyan a las familias
dedicadas principalmente a la agricultura y ganadería de subsistencia,
actividades que no les permiten acceder a los servicios básicos de
alimentación, salud y educación.
Un ejemplo de éstos es el Programa JUNTOS,
el cual, cada dos meses, entrega a las mujeres de las zonas más
deprimidas del país S/.200 Nuevos Soles. Sin embargo, con este proyecto
nacieron dos preguntas: ¿El Estado Peruano brindaría a estas familias la
ayuda monetaria siempre?, ¿Acaso eso no las volvería dependientes y
disminuiría su capacidad de enfrentar la realidad con sus propias armas?
En medio de esta gran discusión,
instituciones públicas como el Ministerio de Agricultura, a través del
Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural – AGRO RURAL idearon
la manera de que las madres de JUNTOS utilizaran mejor el dinero y
dejaran la dependencia del Estado. Les enseñarían a ahorrar y a hacer
crecer su dinero, las madres campesinas tendrían la oportunidad de
invertir y ‘guardar pan para mayo’, todo era cuestión de educación.
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Mujeres con su primera tarjeta del Banco de la Nación. Foto: AGRO RURAL |
Así nace la alternativa de la alfabetización financiera
como una clave para el desarrollo rural inclusivo. JUNTOS entregaría el
dinero a las mujeres de la familia, y ellas lo usarían para ahorrar en
una institución financiera y acceder a microcréditos y microseguros de
vida. Ya no habría espacio para el ahorro traducido en animales y
cosechas o guardar el dinero debajo del colchón, ahora era tiempo de
usar una tarjeta de débito y visitar el banco cada vez que exista alguna
cantidad, grande o pequeña, para poner en su cuenta.
El objetivo de esta iniciativa puesta en
marcha por AGRO RURAL es promover servicios financieros inclusivos en
poblaciones rurales, apoyar la implementación de una cultura de
inclusión financiera en el ámbito rural, y la puesta en valor del
capital humano. Si una mujer quiere una cuenta en el banco tiene que
tramitar su DNI, así su ciudadanía está garantizada; además, será sujeto de capacitaciones constantes que impulsarán su empoderamiento y cultura.
Se revalorizará la importancia de la mujer en la familia pues es la que
maneja los ahorros e invierte en actividades productivas.
Los productos financieros promovidos han
sido adecuados a las características, costumbres y condiciones de las
poblaciones rurales objetivo, porque la alfabetización financiera
pretende enfrentar el problema de la diversidad de las poblaciones del
ámbito rural, y se orienta a la inclusión no a la integración. Porque
mientras esta última significaría forzar a los ciudadanos rurales a
adaptarse al sistema preexistente; la inclusión hace que el sistema se
adapte a la diversidad de personas.
La alfabetización financiera está siendo
probada y ya se muestran los frutos del trabajo, pues las mujeres
capacitadas han entendido el ahorro como una forma de vida. Con ello, es
importante el impulso de esta nueva alternativa para que las familias
pobres y pobres extremas sean partícipes de su propio desarrollo y
protagonistas de la superación y empoderamiento de sus comunidades.
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