Un
crecimiento que favorece a unos grupos de la población más que a otros
está asociado a las diferencias preexistentes entre ellos. La pobreza
rural se distingue de la urbana en muchos aspectos, entre los más
importantes encontramos que los pobres urbanos están rodeados de
servicios y oportunidades que –aunque tienen acceso limitado a ellos– no
están al alcance de los pobres rurales. Entre estos servicios
encontramos a los financieros como el ahorro, crédito, y seguros.
Los
servicios financieros solo están disponibles para una minoría de la
población, por ende la mayoría no tiene cuentas de ahorro, no tiene
acceso al crédito de instituciones financieras formales y no tiene
pólizas de seguro. Aunque algunos, esporádicamente, realizan o reciben
pagos a través de estas instituciones financieras. Según la ENAPREF de
2008-09 (Encuesta Nacional de Presupuestos Familiares ejecutada por el
INEI), solo el 16% de los hogares peruanos tenía acceso al mercado
financiero: 7,21% los hogares urbanos y 5% los hogares rurales (13% los
hogares de la costa, 3% de la sierra y 7% de la selva). Como vemos la
cruda realidad es que la mayoría de la población del ámbito rural en el
Perú no tiene acceso sostenible a servicios financieros (ver Cuadro N°1).

Un ciudadano excluido de servicios
financieros adecuados, enfrenta sobrecostos que le restan a sus escazas
opciones de capitalización, e incluso de ingresos, que podrían emplear
para mejorar su condición económica. No hay productos adecuados para la
población rural, el mercado financiero rural peruano no funciona en
forma eficiente. Al poblador rural se le percibe como de muy elevado
riesgo, pues presentan condiciones de alta fragmentación y dispersión de
las unidades productoras, que operan con volúmenes de pequeña escala,
con bajos niveles de tecnología aplicada al proceso de producción, con
personal técnico poco especializado, entre otros factores. Esto que
explica en parte, el bajo grado de penetración del sistema financiero en
el ámbito rural, lo que se puede medir a través del acceso a créditos.
De lo anterior se desprende que las poblaciones pobres y especialmente
las rurales son excluidas, en la consideración de que NO SON RENTABLES,
por la creencia del “mayor riesgo” y los mayores costos por las
distancias a sus hogares o el tamaño del negocio individual.

Como nos
muestra el Cuadro N°2 durante cinco años el nivel de penetración en la
sierra del país ha sido mínimo, a diferencia de las zonas urbanas (Lima,
Callao, otros) o de mayor acceso a la urbe.
Considerando
que existe común acuerdo que para que haya prosperidad y desarrollo en
un país se requiere cultura económica y financiera, resulta de innegable
importancia que el Estado dote a todos sus ciudadanos de instrumentos y
herramientas que les permitan acceder y disfrutar de las oportunidades
que los servicios financieros pueden otorgarles, para ayudarlos así a
mejorar su situación económica. Por ello el desafío que enfrentamos es
abordar las restricciones que excluyen a la gente de su plena
participación en el sector financiero y construir servicios que ayuden a
la población rural a mejorar sus vidas.
Para poder comparar las
alternativas puestas a su alcance y seleccionar los productos más
apropiados, los clientes necesitan conocer los beneficios que el sistema
financiero le ofrece en cada uno de los servicios, para comprender en
qué se diferencian cada uno, cómo calcular y comparar sus costos y así
tomar decisiones financieras acertadas.
En la población rural existe
una cultura de ahorro tradicional. No obstante, las estrategias
creativas y complejas que usan los pobres en países en desarrollo para
manejar sus ahorros -que han sido desarrolladas mediante prueba y error,
y no a través de un diseño previo y efectivo- estas medidas no alcanzan
a resolver todas las necesidades de los pobres rurales, el mercado
formal de servicios financieros se presenta entonces como necesario y
complementario. La inserción de esta población en el sector financiero
mejora la calidad de vida de las personas.
Un pequeño préstamo, una
cuenta de ahorro o una póliza de seguro pueden hacer una gran diferencia
para una familia pobre del ámbito rural. Permitiendo que las personas
inviertan en mejor alimentación, vivienda, salud, y educación para sus
hijos, disminuye la tensión de tener que soportar tiempos difíciles
causados por fracasos en la cosecha, enfermedad o muerte. La
alfabetización financiera puede ayudar a la población rural a mejorar el
manejo de los riesgos que enfrentan diariamente y dotarles de mayores
herramientas para el planeamiento de su futuro.
La Alfabetización Financiera
Con la alfabetización
financiera se puede lograr que los consumidores se conviertan en
compradores de bienes y servicios financieros a un precio justo, y a su
vez tendrán las herramientas de cómo poder optimizar su presupuesto
financiero familiar, iniciar planes de ahorro, administrar sus deudas, y
-en su momento- a tomar decisiones de inversión en forma estratégica, y
con conocimientos que le den seguridad y así evitarles caer en altos
riesgos, con el agravante en muchos de los casos, de hasta llegar a
perder su patrimonio, como ya ha sucedió en el pasado . Si bien esto
sucede también en el ámbito urbano, la situación es más dramática en el
ámbito rural, por lo que se torna indispensable una acción que permita
obtener la mejor utilización de los servicios disponibles en el mercado
pero sobretodo salvaguarde el patrimonio y prevenga la descapitalización
de la familia rural. Un mayor acceso a servicios financieros adecuados,
eficientes y oportunos facilitará instrumentos de acumulación y
contribuirá a incrementar el nivel de ingresos de los clientes del
ámbito rural y así coadyuvará al desarrollo rural y a la reducción de la
brecha de pobreza.

Beneficios de la Educación Financiera
La educación financiera beneficia a los
individuos al posibilitarles entender mejor las opciones financieras que
tienen a su alcance, la importancia del ahorro y al manejo responsable
del crédito (ni autorracionarse, ni sobre endeudarse), así como
herramientas que permitan comparar información de distintos
intermediarios. El conocer más sobre el funcionamiento del Sistema
Financiero puede incrementar el ahorro y reducir los riesgos del
crédito, mientras que las Instituciones Financieras pueden proveer
mejores servicios y tomar un enfoque centrado en el cliente. En primer
lugar, consumidores educados adquirirán productos financieros adecuados
para ellos, lo que disminuye el riesgo de no repago para las
instituciones financieras, y disminuye, por ende, sus tasas de
morosidad. En segundo lugar, clientes mejor informados demandarán mayor
efectividad y eficiencia en las operaciones de las instituciones
financieras, así como más servicios financieros y de mejor calidad que
respondan realmente a sus necesidades. De esta manera la alfabetización
financiera es oportuna y puede resultar en una situación de ganancia
tanto para la gente pobre como para los proveedores de servicios
financieros, sobre todo para los intermediarios micro financieros.
El
Ministerio de Agricultura, a través del Programa de Desarrollo
Productivo Agrario Rural - AGRO RURAL, consciente de los enormes efectos
positivos que conlleva para la población rural, viene operando una
metodología de Alfabetización Financiera, la misma que ha sido probada
durante más de 2 años entre más de 17 mil mujeres. Esta acción se
desarrolla en alianza con aliados públicos y privados.
leer más